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HISTORIA

 

El docente Francisco Javier Gómez Hincapié, psicopedagogo de la Universidad del Quindío y especialista en educación sexual, es el creador de este deporte denominado FLASHBALL el cual tuvo su origen a mediados de la década de los 80´s en un colegio de la ciudad de Armenia.

Mientras ejercía su labor como docente de educación física, siente el deseo de realizar una actividad deportiva diferente a las ya conocidas y practicadas. Dejándose llevar por sus conocimientos deportivos y pedagógicos, empezó a desarrollar una nueva disciplina deportiva rápida, ágil y entretenida.

Esta disciplina en sus comienzos tuvo una estructura muy básica, contando con pocas reglas y simplemente dividiendo el grupo de estudiantes en dos; aplicó algunas pautas básicas jugándolo en una cancha múltiple y con un balón de voleibol.

Surgen así las primeras reglas básicas: el jugador que queda “tocao” no sale eliminado del juego, sino que pasa a colaborar a su equipo desde la parte externa de la cancha del equipo contrario para procurar dejar “tocaos” a sus oponentes y así ganar el juego.

Para el año 2004 y bajo la misma premisa de realizar prácticas deportivas incluyentes e innovadoras y que a su vez permitieran la participación de alumnas y alumnos de manera activa y permanente, el docente añade a esta iniciativa elementos que incentivan la atención y la concentración de los participantes, de manera tal que se convierte en un elemento complementario a las actividades académicas de los estudiantes, no obstante, el juego empieza a contar con reglas adicionales que buscan salvaguardar principios y valores éticos desde el deporte, con la práctica entre los equipos de conceptos como:

                                               - Responsabilidad

                                                           - Integridad

                                                                      - Respeto

                                                                                   - Colaboración

Entre otros, convirtiéndolo en un juego proactivo para la CONVIVENCIA, LA PAZ Y EL ESPÍRITU DEPORTIVO.

A medida que se va estructurando las nuevas reglas del juego, se crea además del campo de juego central, el campo de juego intermedio y el campo de juego externo, procurando facilitar su práctica a la comunidad estudiantil y a la comunidad en general.

Este proceso educativo dio origen a una nueva práctica deportiva a la que hemos decidido llamarle FLASHBALL (balón relámpago).

 

 

 

PRINCIPIOS ÉTICOS, “JUEGO LIMPIO”

 

La idea inicial es evitar al máximo la intervención de los árbitros, dando origen a un juego en el cual estos se conviertan más en guías o asistentes que en la fuerza de control que trata de devolver el orden cuando este se ha perdido o quebrantado y juzga con sentencias los actos de deshonestidad dentro del campo de juego. Es por esto, que el cuerpo arbitral invita al cuerpo técnico, pero especialmente a los jugadores, antes de iniciar cada partido para que cumplan consciente y voluntariamente las reglas de juego, constituyéndose de este modo en sus propios árbitros y los mejores intérpretes del juego. Se espera con ello contribuir a que el público disfrute de los encuentros con tranquilidad, evitando que su filiación por uno u otro de los equipos o jugadores conlleve rivalidades y por el contrario, apoyando a cada participante del juego en un ambiente de disfrute y goce, donde el objetivo primordial no es competir sino compartir en paz, viviendo este deporte en sana convivencia.

 

 

Espíritu Deportivo

 

El espíritu deportivo involucra la sana competencia, en la cual el individuo es capaz de competir ante sí mismo y ante los demás en un encuentro deportivo de índole grupal o individual.

 

La profundidad de este concepto solo tiene sentido dentro del marco de la cooperación, en la cual un equipo representa una asociación y el encuentro deportivo, un proyecto, que cada uno de los participantes debe sacar adelante.

 

El espíritu deportivo es una actitud de vida con la cual el jugador acepta y se compromete a mantener una motivación natural hacia el juego, construida a partir del trabajo personal y que implica no atentar contra la integridad de sus adversarios, posibilitándoles superar los obstáculos del camino.

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